Friday, March 24, 2006

PREHISTORIA DEL KOXMOZ: KAPITULO ZERO




Corría el año 1998 y el hip hop argentino estaba en crisis. Hasta ese entonces la escena había girado en torno a un único eje, el manager Alejandro Almada y su colectivo Nación Hip Hop, encabezado originalmente por el Sindicato.
Desde la revista Moshpit Posse -en esa época el único medio de comunicación de la escena local- veníamos insistiendo con la necesidad de independizar al rap argentino, de que surgiesen nuevos artistas, eventos, conciertos, campeonatos, discos, etc que no necesariamente pasasen por las manos del único manager del movimiento. Este tipo, Almada, mientras tanto se había dormido en loss laureles, su mejor grupo, el Sindicato, se había desprendido del colectivo y los shows de los artistas de Nación Hip Hop venían perdiendo poder de convocatoria velozmente.



Entonces, casi de la nada, surgió esta organización de fans puristas del hip hop que se habían mantenido alejados de la llamada Nación. Bajo el nombre de Mustafastapolo, o simplemente MFA, el trío compuesto por el freestyler Mustafá, el graffitero Rasta y el b-boy Apolo empezaron a organizar la escena y su éxito fue instantaneo, con un poder de convocatoria increíble y con la credibilidad callejera que Almada y los suyos no tenían.

Hasta ese entonces yo sólo conocía a Rasta por ser vecinos de Caballito y lo había cruzado a Apolo alguna vez en las pistas de break, de Mustafá sólo había escuchado rumores. Era muy poco lo que se sabía realmente de estos personajes. Una noche en La Meka me lo crucé a Rasta y le tiré la idea de hacer una entrevista para mi revista.

La Moshpit en sus nueve números anteriores había apoyado casi incondicionalmente a los artistas Nación Hip Hop, pero en su número diez pegó un giro de ciento ochenta grados que muchos no se esperaban (la tapa de la revista dejaba bien claro lo de “independiente” para deshacerse de cualquier conexión posible con la escena de Almada). Los tres miembros de la MFA tenían cierta razón en desconfiar de mis intenciones y me costó un poco convencerlos para que accediesen a aparecer en las páginas de mi revista. Pero yo tenía bien en claro lo que quería para el hip hop argentino y al escucharlos contestar mis preguntas a estos tres arrogantes personajes, me di cuenta de que los cuatro apuntábamos hacia el mismo lugar y teníamos un entendimiento similar de lo que el hip hop significaba.

Muchos a posteriori, me acusaron de amiguismo al referirme como periodista a La Organización, pero lo cierto es que cuando hicimos esta entrevista no éramos para nada amigos. Fue la primera vez que me dieron cabida y hablamos. Pero la conexión de mentes fue instantánea y a partir de ahí se fue fundando una suerte de alianza tácita entre MFA y La Turma. Yo los presenté como “la esperanza nacional del hip hop verdadero” y ese fue el comienzo del fin para mis relaciones diplomáticas con la escena establecida. Me acuerdo de que miembros del Sindicato y Encontra Del Hombre, después de haber leído ese número de la revista vinieron a encararme con mala onda, acusándome de falta de objetividad y de que yo estaba ayudando a destruir la escena que ellos se habían esforzado tanto en conformar.

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